miércoles, 25 de marzo de 2015

COMENTARIOS filosóficos (José Pablo Feinmann)  
(Por Lic. Fidel Maravilla. Neto_15164@yahoo.es)

INTRODUCCIÓN
la filosofía es el saber de todos los saberes, saber que totaliza todos los saberes”. El saber que reflexiona sobre todos los saberes. La filosofía es diferente a la ciencia. La ciencia no se piensa a si misma, la filosofía si. El objeto de la ciencia es lo verificable, práctico, pragmático. Mientras que el trabajo de la filosofía es un objeto movedizo que cada vez que lo aborda lo renueva. No así, la ciencia no se piensa así misma, solo se dirige hacia adelante, a ocuparse de lo reproducible; por el contrario, la pregunta del por qué de la ciencia es una tarea propia de la filosofía. La filosofía es, entonces, el saber de los saberes, y la ciencia solo un trozo del saber totalizador que es la filosofía (Feinmann, José Pablo (2008, p. 11).

PALABRAS CLAVES: filosofía, paradigma, mutilado, emergente, sicario, centralidad, Dios, sujeto, sujetado, saber, cultura., etc.
SOBRE EL AUTOR Y SUS OBRAS:
José Pablo Feinmann, es hijo de Abraham Feinmann, médico de profesión, y de Elena de Albuquerque, mujer de profundas concepciones religiosas. Sin embargo Pablo fue creado entre dos tendencias religiosas: la judaica y el catolicismo. Actualmente es de una tendencia más escéptica.  Su infancia transcurre en un hogar de la clase media de Argentina de las primeras décadas del siglo XX, precisamente en el Barrio de Belgrano al lado de su hermano mayor.
En 1963 se gradúa de Licenciado en filosofía en la ciudad de Buenos Aires, lugar donde fue profesor desde los años de 1968 a 1974. En 1963 fundó el centro de estudios del pensamiento latinoamericano (CEPL) en el Departamento de filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sus estudios sobre la historia del peronismo son muy conocidos en todo Latinoamérica, los Estados Unidos, Europa y, debatidos por otros historiadores de la región.
En 1988 contrajo nupcias por segunda vez con María Julia Bertotto, escenógrafa, diseñadora, vestuarista de profesión. Con ella comparte la pasión por el cine y la música clásica. Padre de dos hijas: Virginia Feinmann y Verónica Feinmann.
Escritor, poeta, novelista, ensayista, dramaturgo y ensayista de larga trayectoria. Colaborador de diversos periódicos de prestigio. Activista de la Juventud peronista (JP) de tendencia ideológica de izquierda. Ganador del premio Konex de platino en cine y televisión en el 2001. Personalidad meritísima de la ciudad de Buenos Aires. Además galardonado con el premio democracia en el 2014. Actualmente escribe para página /12 y desde el 2010, demás, trabaja en el canal siete conduciendo uno de los mejores programas de televisión de todo Latinoamérica: Filosofía aquí y ahora. 

Sus ensayos más destacadas son: “El peronismo y la primacía de la política” (1974), “Filosofía y nación” (1982), “La sangre derramada” (1998), “Escritos imprudentes” (2002), “¿Qué es  la filosofía?” (2006), “Filosofía política del poder mediático” (2003),  por mencionar unos pocos.
Entre sus novelas destacan: “Últimos días de la víctima” (1978), “El ejército de ceniza” (1986), “La astucia de la razón” (1990), “El cadáver imposible” (1992), “El mandato” (2000), “La crítica de las armas” (2003), “La sombra de Heidegger” (2005), “Bongo” (2014), entre otras. Algunos de sus guiones de cine son: “En retirada” (1984), “Al filo de la ley” (1992), “El amor y el espanto” (2000), “Ay Juancito” (2004).
La obra de Feinmann no se agota en los textos mencionados. Su creación es mucho más extensa. Actualmente escribe en página 12 y difunde un programa por televisión “filosofía aquí, hoy y siempre”.

DESARROLLO
La curiosidad es desencadenante al apreciar un repertorio importante de textos escritos por este erudito de la filosofía. Por lo pronto este pequeño esbozo solo abordará aspectos relacionados a la interpretación de la filosofía, es decir ¿Qué es eso a lo que llamamos filosofía?, la filosofía es le saber de todos los saberes, entre otros subtópicos, filosofía como un sicario en serie,  Los invitamos a todos a leer estas páginas  sobre una sus clases magistrales en su libro ¿Qué es la filosofía? por  Pablo José Feinmann.
¿Que es la filosofía?
Es el titulo de su obra en la tapa de la presentación de su libro. De hecho inicia con una de las preguntas más complejas en materia filosófica, ya que definir filosofía no es una tarea fácil sino por el contrario complejo.  Esto es por que definir dicho postulado ha sido una de las difíciles tareas que los dedicados al oficio de filosofar, desde la primera definición lapidaria “amor a la sabiduría”  “el saber por excelencia” o la filosofía es sinónimo de ciencia rigurosa. No obstante, leamos lo que nos dice el filósofo suramericano. 
La filosofía es el saber de todos los saberes, saber que totaliza todos los saberes”, son las primeras palabras con las que Feinmann introduce su libro  “¿Qué es la filosofía? El saber que reflexiona sobre todos los saberes, que por supuesto es toda una concepción de origen griego. La filosofía es diferente a la ciencia. La ciencia no se piensa a si misma, la filosofía si. El trabajo de la ciencia es lo verificable, práctico, pragmático. El trabajo de la filosofía es, por el otro, un objeto movedizo que cada vez que lo aborda lo renueva. Por el contrario, la ciencia no se piensa así misma, solo se dirige hacia adelante, a ocuparse de lo reproducible; no así, la pregunta del por qué de la ciencia es una tarea propia de la filosofía. La filosofía es, entonces, el saber de los saberes. (Feinmann, José Pablo, 2008, p11).

La filosofía, un sicario en serie.
Qué es la filosofía. La filosofía es un sicario en serie. Esto es porque después de Descartes la filosofía provoca desconstrucciones, construcciones, destotalizaciones radicalmente muertas. No olvidemos que en la Edad Media la filosofía escolástica había subido la filosofía al cielo; era el momento de la espera para los hombres. Nada de este mundo les importaba. Es decir los seres humanos le habían delegado a lo divino el quehacer de la cultura. Por tanto Dios era el centro de la realidad y el hombre, por contrario se encontraba totalmente mutilado de su ser esencial.
Pero con Descartes pasa todo lo contrario, este baja la filosofía del cielo a la tierra. En ese sentido, Descartes ubica al hombre en el centro de la cultura, es precisamente cuando el ser humano se hace cargo de su propia historia, es decir, desplaza a Dios del centro y se coloca como tal en la centralidad[1]; un Dios tomando cuerpo de hombre les roba el juego de la ciencia a los dioses y lo coloca en mano de los mortales. Descartes le arranca la cabeza a Dios, y el hombre se convierte en el hacedor de la cultura. (Filosofía y el barro de la historia, 2008: 16–17). Después de esto la filosofía ha liquidado otros pensamientos más frescos del siglo XX. En efecto se podría citar la frase de F. Hegel “Dios a muerto” acuñada en Nietzsche.
Las palabras de Descartes: “Cogito ergo sum” (pienso [dudo] y luego existo) o “dudo” y de lo único que no puedo dudar es de mi mismo, son palabras que están matando a Dios. Esto es clave para identificar las nuevas bases epistemológicas de la filosofía en la época del Renacimiento, Descartes mata a Dios porque de lo único que no puede dudar es de su propia subjetividad, la verdad entonces ya no brotará de la piedra angular de lo divino, sino de la propia subjetividad del hombre (Feinmann, 2006:17)
Para nuestro autor citado la filosofía es aquel tipo de saber que descompone lo ya establecido por el poder mediático, que trastoca todo esquema de pensamiento. Que se renueva a cada instante del saber pensante. En otras palabras, la filosofía es el tipo de saber que se robustece cada vez en la medida en que los individuos hacen filosofía; que rompe los esquemas de pensamiento para subirlos en otras escalas; con otros paradigmas, que está mas viva que nunca, reconstruyendo, rehaciendo, y a la vez, mutilando aquellas viejos paradigmas filosóficos que ya están desgastados. La filosofía es el saber que todo lo contradice, la ruptura de lo difuso e ilusorio, la dama rebelde que todo lo contradice, un saber contestatario, que todo lo critica desde su trinchera renovadora de las nuevas ideas.   
En ese sentido, desde la caída del muro de Berlín espiraron muchas cosas: espiraron los grandes relatos, la historia, el comunismo, la revolución, las ideologías e utopías, incluso, y este es más alarmante, murió el hombre mismo Foucault (2003, en Feinmann, 2006:8). Esto parase un poco incitador en palabras de Foucault[2]. Lo que sucede es que un nuevo filósofo viene a cuestionar a  filósofos antecesores. Para que filosofía se convierta en la continuidad del quehacer metafísico, este tiene que ampliar la tesis de su maestro o al contrario, en este mar de cosas que los filósofos devienen, tiene que surgir con un nuevo pensamiento filosófico. De otra forma, su quehacer como espíritu pensante será toda una actividad estéril. 
Por lo tanto, –agrega nuestro autor citado– “La filosofía es un sicario real” pero ¿qué es un asesino real? Para explicar este asunto Feinmann se apropia de los principios de la teoría de la deconstrucción de J. Derrida, y partir del abordaje de uno de los conceptos mas usados por Heidegger ¿Qué es la filosofía?  El término Destruktion no significa aniquilación, sino, desmontar, desmantelar. Con este término Heidegger inserta el concepto de Deconstrucción equivale a deconstruir y no realmente asesinar. El término alude a deshacer algo para luego volverlo a reconstruir ¿hacer de nuevo? Claro. El curso de Feinmann no está estructura a la manera de una pregunta que alivia el sufrir, las asperezas e incluso, las angustias del que filosofa.
Su tratado no es brebaje que curar esos males. Sin embargo el fin último de su filosofía radica en una pregunta: ¿Qué es la filosofía? “No se debe perder de vista que la filosofía todo lo problematiza”, ese es uno de sus rasgos esenciales, añade.
Es así que la filosofía  inquieta a todo hombre y no a los animales. Es así que el ser humano es el ser más conmovedor porque solo a él y únicamente a él se le ocurre reflexionar sobre por qué está muriendo; de manera que a la muerte le añade la conciencia de la muerte, lo cual es muy difícil de responder. Precisamente por eso existe la filosofía, las religiones, las cosmogonías y esa figura por excelencia: la existencia de un Dios todo poderoso. Esa angustia las alivia en estas corrientes de pensamiento. Solo ellas le pueden responder ese tipo de interrogantes.
Volvamos a la interrogación anterior para vincular lo que hemos dicho en las frases de arriba ¿Qué es un asesino en serie?[3] Uno de los mejores ejemplos para el argentino del destripador de la filosofía los encontramos en Derrida y en Heidegger, que al igual que Jack sabia mutilar a sus víctimas de manera meticulosa de la misma forma que la filosofía sabe mutilar pensamientos, “La filosofía destripa muy bien (…)” (Feinmann, 2006:15).
La historia registra asesinos seriales que han ejecutado a sus víctimas de las formas mas brutales y animalescas, pero nunca como los hacia Jack el destripador colmada de misterio, de inteligencia criminal y despotismo histórico que hasta ahora la policía de Londres no logra descifrar si dicho sujeto era el asesino serial de la renina Victoria, cuando en los archivos todavía se encuentran las cartas que les enviaba el asesino de Jack.
El misterio de estos crímenes radica en que no están importante la víctima sino el mutilador de cuerpos humanos que ejecuta sus crímenes con frialdad, canibalismo, tanto que toda la comarca sabe la forma como mutila, tortura a sus víctimas. El terror es espantoso. No hay ciudadano que no este invadido de pavor extremo. Todos temen encontrarse con el asesino serial de las calles de Londres. Tanto es el temor que hasta las mujeres trabajadoras del sexo se sienten las próximas futuras víctimas de ese serial asesino canibalesco. 
Este asesino nunca fue capturado. Se dice que fue un medico. Feinmann sostiene que probablemente fuera la Reina Victoria por el odio que sentía por las trabajadoras del sexo que deambulaban por las avenidas de la ciudad de London.
Heidegger, J. Derrida, –como filósofos contemporáneos– no son destripadores comunes.  Por el contrario, son máquinas de triturar sorprendentes, audaces, extraordinario, sus pensamientos están sazonados con exquisitez de pensamiento muy bien elaborado e innovador. La filosofía es un excelente destripador de ahí su conexión con el asesino de la ciudad de Londres.
Si de alguna forma la novela policíaca niega el es Status Q., radica precisamente en el desacuerdo de la Psiquis de los personajes. Del mismo modo cuando la filosofía mutila una corriente de pensamiento es porque los nuevos cánones de la sociedad están cambiando, el sistema mundo se esta moviendo a otros moldes de entender la sociedad. Esa fue precisamente lo que hizo la filosofía de Heidegger y de Derrida.
Bueno, pero, ¿Qué es la filosofía, Inicia Feinmann? No olvidemos por un lado consiste en interpretar la realidad pero por otro, en transformar la realidad. Las últimas palabras son propias de Karl Marx (1818/1883). Esta es una de las mas grandes definiciones de la filosofía, es decir, la filosofía a de ser aquel tipo totalitario que debe de transformar la realidad y no solamente interpretarla. La realidad no se puede interpretar sino se con sigue inteligirla antes de dar una interpretación, Señores. Filosofía de la transformación es praxis de la política, de la sociedad, pero sacudida del viejo ropaje envejecido de la corrupción, el despotismo y la barbarie. Es decir, filosofía y realidad caminan juntas de la mano. La filosofía no consiste solo en reflexionar, pensar, sino que consiste agrega  Marx, en pensar para entender y transformar la realidad, porque para Marx, lo pensar significa injusticia, mientras que para otros es justo. Esta última es la posición de la derecha. Mientras que la del mundo injusto que hay que transformar es de la izquierda, de los escupitados, de los excluidos; mientras que a toda la derecha recalcitrante no es necesaria una transformación ¿Por qué se va a transformar una realidad con la cual estamos de acuerdo? Los areneros en El Salvador están de cuerdo con esta realidad.
Por contrario, algunos con conciencia mas critica y abierta en El Salvador, los cuales pertenecen a la masa de desposeídos prefieren la pronta ruptura del estatus Q, y dicha incomodidad se profundiza mientras sufre de hambre, desempleo, delincuencia, criminalidad, en fin, exclusión. Aquí el concepto de filosofía vale la pena considerarlo como un arma del pensamiento que transforme la realidad.  Eso (dice) es  el Marxismo. (Feinmann, 2016:19).
Partiendo del diccionario de Ferrater Mora, la palabra filosofía contiene la definición lapidaria (como diría López, 2010) “Amor a la sabiduría”, saber totalizador. Se propone hacer de cada hombre un (“σόφος” “Sophos”) sabio, distinto del saber sabio de los científicos.[4] Opuesto a eso, el filósofo tiene que estar enterado de todo lo que el científico ignora. De allí que el filósofo piensa la ciencia y al vez que se piensa a si misma.
Pero a Feinmann no le basta la definición de Mora a partir de la interpretación de Heráclito, sino que para entender mejor a Heráclito decide apoyarse en la obra del pensamiento antiguo de Mondolfo Rondolfo[5] que ofrece otra interpretación del concepto filosofía: “Conviene pues sin duda que los hombres amantes de la sabiduría conozcan y tengan conocimiento de muchísimas cosas” (Rondolfo Mondolfo, 1945).
El primero, el llamado filósofo escuro[6] sostiene que “σόφος” el filósofo que sabe muchas cosas debe tener un saber totalizador, universal, basto”.  Esto es porque la filosofía es un saber de las generalidades, de los universales y no fragmentario como el de las ciencias. Por el contrario la filosofía es un saber de todo, no existe nada que le sea ajeno a la filosofía, todo, es todo…
También en el fragmento 40 añade “la mucha erudición no enseña a tener inteligencia”. Manifiesta la idea de un erudito. Este (sostiene Heráclito) tiene hambre del saber, pero no de reflexión. Sabe, sabe, sabe, sabe; pero nunca sabe lo suficiente; de manera que este no se detiene nunca, siempre quiere más y más, pero su problema es que no piensa. La reflexión implica detenerse, y el erudito no se detiene nunca a reflexionar porque lo que quiere es siempre saber más. Sobre lo antes dicho Heráclito aconseja mejor el ejercicio de pensar y no el de saber más. Pensar no es ser erudito, por el contrario es una especie de poder que tiene el ser humano de interrogarse sobre la realidad de las cosas.
Pensar es propio de los hombres como también de las mujeres, aunque en la realidad existen pocas mujeres que hayan hecho filosofía. La filosofía hace feo al filósofo y las mujeres  no han venido al mundo para convertirse en seres horripilantes, según Feinmann. Aunque cuando en la literatura contemporánea se diga hombre no olvide nadie que también estamos hablando del género bello, agrega. Lo que sucede es que preferimos cargarle de todos  los pesares al hombre como un ser finito y caduco, corrupto, efímero, semejante a una sombra que hoy está y que mañana ha desaparecido.[7]
Esa es la razón por la que existe la filosofía –sostiene Feinmann– y por eso existe un ser sobre natural; aunque filosofía y religión son contrarios como el fuego y el aceite, es decir, cosas opuestas, no son compatibles la una con la otra. La primera para vivir tiene que contradecir a la segunda, y la segunda para existir tiene que aniquilar, subestimar a la primera. El filósofo tiene que sentir dolor al parir las ideas; mientras que Dios da a luz las ideas de manera automatizada, como bien se dice “es el salvavidas de las respuestas”. Es decir, Dios responde todo, es por eso que cuando nos acercamos a Dios, la filosofía termina. Esto es porque después de la razón ya no queda otra cosa que la fe. Y la fe es la negación de la filosofía, a si como la filosofía es la negación de la fe. Dicho en palabras concretas: la filosofía es pensarlo, reflexionarlo todo, por un lado; por el otro, la fe es creerlo todo.
La grandeza del hombre es la filosofía. Entonces, ¿Qué es la filosofía? se pregunta Feinmann: “la filosofía es una práctica que en este planeta ha instrumentado un ser que es capaz de vivir sabiendo que va a morir” (2006:23). Esto transforma al humano en ser también celeste, o sea,  abstracto, metafísico. Es el único que se pregunta por el sentido de la existencia ¿Por qué he venido a este mundo caótico? ¿Para dónde voy? ¿Cuál será mi fin último? ¿Por qué nací en este momento y tiempo y no en otro? ¿Por qué existo? ¿Cuál es mi destino después de la muerte, el tártaro o por el contrario un mundo supraceleste? (Fedro II);
Si nuestra forma de pensar difiere con la de Feinmann consiste en no menospreciar las ideas epicúreas respecto al tema de la muerte, sobre el punto de que las palabras de estos no es un alivio para todos aquellos que estaban muriendo a la manera de una letanía ilusoria repleta de fantasía, por el contrario nos parecen en el mayor de los casos palabras con mucha carga veresativa[8].
Con seguridad –sostiene– hemos llegado a la playa de este mar de ideas confusas, pero exquisitas de la filosofía. Es posible que el universo sea –sostiene Hegel– un barca que gira alrededor del sol (…) pero la grandeza que tiene este carruaje de la tierra es que en él hay un ser metafísico que se pregunta por el sentido del las cosas, del universo, que se lanza a la aventura de pensarlo todo,, incluso, lo infinito, al percatarse que es un ser finito en un mundo infinito, que se siente imperfecto ante un mundo perfecto, que se considera mortal frente a un mundo inmortal. O sea, hay dos senderos frente a nosotros: la razón, por un lado, y por el otro, la fe, el cielo o el infierno lo profano o lo sagrado, el demonio o por el otro, lo divino, lo profano o por el contrario, lo sagrado… A partir de esta pregunta creemos que todos los seres humanos: negros, blancos, amarillos, pobres o ricos, todos hemos sido filósofos alguna vez.    
En suma, para Feinmann (2006:23) “la filosofía es una práctica que en este planeta ha instrumentado un ser que es capaz de vivir sabiendo que va a morir”  el ser humano es el único que se puede interrogar el por qué de la vida, de la existencia de las cosas o el fin último de la especie humana.
Cuando el ser humano observa las estrellas y lo hace para saber sobre ellas, está demostrando su angustia ante las cosas que están ante sus ojos. A partir de ese instante le surge la siguiente pregunta ¿Existe Dios? Pero ¿Cómo explicarlo? Bienaventurado aquel que deposita toda su confianza en un ser todo poderoso. Pero que sucede con aquellos que sostienen una postura contraria ¿cómo sofocan estas aflicciones que los torturan en este viaje de la vida? Ya que es el viaje de la nada, hacia nada. Todo es fortuito. Algo así como sentirse cayendo hacia el profundo abismo del envejecimiento que conduce al portal de la muerte.
Esas angustias nos abordan a todos. Porque todos en algún momento hemos sentido que nuestras existencias están cayendo hacia el fondo de algo oscuro, siniestro que no sabemos que es. Entonces Dios es un ser que nos disfraza la realidad de nuestro, o por el contrario, el que nos da esperanza de este fin último; que incluso nos impide hacernos ese tipo de preguntas, de otra forma podría airarse, molestarse con nosotros y acelerar nuestro fin.  Esto genera más ansiedad, más preocupación, mas angustia.
Pero qué queda entonces por hacer. Importante pregunta: es no ignorar que la filosofía se agota para responder a este tipo de preguntas, para algunos, y por  lo tanto a esas personas solo les queda una solo alternativa: el salto. O sea, el salto de la razón a la fe. Cuando la razón ya no sea suficiente, que no pueda más avanzar[9], entonces se puede pasar al lado de la fe, a lo irracional, a esas respuestas que solo un Ser Supremo puede responder, y sostener, para reposar en dichas promesas. Lo que no podemos ignorar es que somos seres finitos, caducos, que estamos muriendo, que moriremos tarde o temprano. Esta es otra de las razones del por qué de la filosofía…
Aun con todo lo que digan los místicos sobre la filosofía también esta tiene sus respuestas sobre los temas de la muerte. Una de las preguntas que la filosofía se hace es ¿Por qué el hombre es un ser para la muerte? Es para la muerte dice Feinmann por que es un ser posible, el hombre es un ser arrojado a sus posibilidades. Todos estamos animados, impulsados (…) estallados hacia fuera de nuestras posibilidades (2006:25). Aunque la mayor posibilidad es que podamos morir en cualquier momento, lo interesante de todo esto, dice Hegel que en la tierra hay un ser que vive pero que a la vez sabe que morirá. En definitiva  –agrega Feinmann– poe eso es que la filosofía existe: porque los hombres mueren, aun más, para la filosofía muere todo: las cosmovisiones, las creencias, todas las religiones[10].
La realidad es un todo efímero, cambiante, perecedero, mutable.
En fin, la ciencia tiene la dicha de encargarse de esos corredores, de los hechos o realidades que pueden analizarse en momentos determinados, estudiar su objeto en un momento determinado porque le interesa analizar lo verificable como hecho sincrónico, la pragmático en tanto existente momentáneo. Pero lo que no puede la ciencia es preguntarse por si misma. La ciencia –sostiene Feinmann– no piensa y, esto significa que no se piensa a si misma sino que va hacia adelante (…), descubriendo lo único que se puede demostrar (Ser y tiempo, 1967 citado en Feinmann, 2006). No Obstante, en tanto a la ciencia le interesan aspectos demostrables, lo reproducible, a la filosofía le interesa cómo la ciencia demuestra o no demuestra lo que supone establecer como verificable o falso. Además, la pregunta del por qué y para qué de las ciencias o de las diferentes disciplinas es una pregunta que le concierne a la filosofía como saber totalizador de los universales del conocimiento, es considerada como el saber de los saberes. Para terminar, en Pablo José Feinmann: es una práctica que en este planeta ha instrumentado un ser que es capaz de vivir sabiendo que va a morir, hecho que destaca en la muerte de los otros (…). Es cierto que la filosofía no solo consiste en pensar, si también en transformar la realidad (K. Marx, 1888), en pensar para entender, y transformar lo entendido.
Y para ti ¿qué es eso a lo que llamamos filosofía?



Bibliografía: 
·         Feinmann, José Pablo (2008). ¿Qué es la filosofía? 3ra. Edición;  Buenos Aires; Argentina. Prometeo libros.

·         Noro, Jorge Eduardo (2014). La filosofía: trinchera para pensar y resistir. norojor@cablenet.com.ar Consultado en 12 de enero del 2015




[1] Discurso de método, Biblioteca de la Universidad de El Salvador. San Salvador; 1999, Pp. 57 – 58.
[2] Exclusivamente en su libro las palabras y las cosas donde sostiene que el hombre a muerto. Estas palabras son tentadoras ¿Por qué a muerte el hombre?
[3] Eso seria igual a decir ¿quién fue Jack destripador? Se supone que era un médico, por que sus cisuras eran las de un técnico y experto cirujano de la misma forma que Derrida y Heidegger no son unos vulgares de la filosofía por el contrario dos de los mejore espíritus del quehacer filosófico. Es mas Jack deambula en el tiempo y espacio en el que hace presencia la filosofía del Augusto Comte, padre del pensamiento positivista. El destripador de construía a las víctimas Feinmann, ¿Qué es la filosofía? 2006, p14. 
[4] Máxime cuando ven que se activan las armas atómicas dicen “pero ¿qué hemos hecho? Para eso fueron utilizados sus patentados. En ese sentido el científico no es un sabio auténtico ya que ni siquiera comprende lo que el considera como saber. Sobre todo porque en él está ausente la autorreflexión. Los científicos no son más que unos objetos que utiliza el poder hegemónico para lucrarse de sus mentes domesticadas. De allí que lo que menos sabe el científico, de estos tiempos, es pensar. Sus competencias no han sido pensadas para pensar sino únicamente para que resuelva un problema aquí otra allá. De allí que Heidegger diría que la ciencia no piensa porque no aspira un saber universal; porque no piensa para que corriente ideológica esta trabajando;  Heidegger, 1995. Pp. 33–45.
[5][5] Textos, problemas e interpretaciones. Siglo XXI.

[6] Le llamaban oscuro porque presentaba sus opiniones a manera de enigmas, exactamente como lo hacia la pitonisa de la religión de los Delfos. Todas sus interpretaciones enigmáticas las redactó en el texto que fue deposita en el templo de Artemis, ciudad de la cual fue oriundo.
[7] Lo que sucede como dice Freud en su obra el Malestar en la cultura, 1926 “el hombre es un ser finito, que sabe que está muriendo y que por lo tanto se encuentra en angustia constantemente”, Por lo que prefiere distraerse haciendo la cultura, en tanto se desvanece como polvo y viento.
[8] No se preocupen por la muerte porque nunca se van a dar cuenta de que están muertos, porque mientras estaban vivos, están vivos, y cuando están muertos están muertos, están muertos y no saben que están muertos
[9] Karl  Jaspear con su teoría del salto. 
[10] Mondo cane, película de los años 60 tiene una noción religiosa formidable “pasa la cámara por una tribu de nativos africanos. Esa gente vive muy cómodamente con sus dioses habituales, y un día entre la niebla pasa una avioneta por los aires. La miran y un par de semanas después, el nuevo dios de la tribu es la mentada avioneta. Lo importante de este ejemplo es que es todo una nación patética, y por tanto nos revela que los hombre somos a si de patéticos. 

miércoles, 9 de julio de 2014

EL OBRERO SALVADOREÑO: BAJO EL YUGO DE LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS CAPITALISTAS EN PLENO S. XXI.
(Por Fidel Ernesto Maravilla Zelaya)
El Salvador es desde su nacimiento una República de políticas económicas de propiedad privada, una nación que tiene dueños. Es obvio entender, entonces, que si en este país las políticas sociales, y sobre todo económicas están diseñadas en esa dirección, las condiciones esenciales  del resto de los salvadoreños se encuentran en pésimas condiciones, de tal manera que se vuelve una mercancía mas entre tantas mercancías que se mantienen dominadas por quienes controlan los medios de producción[1].
Lo peor, que estas políticas están elaboradas, para que sean un misterio para  la mayoría de los salvadoreños, es decir lo que debe explicarse lo resuelve el sistema con el hecho de considerar que, simple y sencillamente, el resto de la población lo comprende como tal. según sostiene Marx en uno de sus de sus manuscritos. Este tipo de políticas económicas de capitales privados existentes en El Salvador eran similares a las que  Karl Marx (1818-1883) criticara en sus manuscritos de 1844:

 “la economía política no aporta una explicación de la base de la distinción entre el trabajo y el capital entre el capital y la tierra, (…)  esto se explica en función de los intereses de los capitalistas, en otras palabras lo que debe explicarse se da por supuesto (K. Marx 1987:34).





En ese sentido estas políticas económicas del capitalismo totalmente vivo en nuestro país des posesiona al obrero con respecto al objeto que produce, dentro del proceso de producción y de su capacidad de vivir.
Dicho en palabras estas políticas de la economía reflejan una total alienación para el obrero de la fábrica textil, de las cadenas de supermercados, de todos aquellos gremios que representan los intereses privados en El Salvador incluso empleados del sector estatal.
Por enajenación se entiende el sentido de sentirse ajeno respecto a uno mismo como consecuencia de la pérdida del propio ser. Este vocablo es sinónimo de alienación, del latín “alienatio o “abalienatio” que surgiera del griego como apolitrosis, que significa deserción subordinarse a otro[2].
Dicha enajenación  se adecua, en este caso particular, a partir de los primeros textos de Marx como: enajenación del trabajador salvadoreño con relación a los productos, enajenación del obrero de El Salvador en el proceso de producción dentro de la actividad misma de producción y por último, enajenación del  ser salvadoreño como ser genérico, a si como se exponen a continuación:
a)      Enajenación del obrero salvadoreño con respecto al objeto producido
Partiendo de esa primera enajenación que el filósofo alemán plantea, alienación del hombre con respecto al objeto que produce, el obrero salvadoreño (al servicio de cualquier empresa privada sea esta elaboradora de comestibles, zapatos, carburantes es víctima de este tipo de enajenación) se convierte en una mercancía aun más barata cuanto mas zapatos, camisas y ganchos elabora; el valor del trabajo del humilde jornalero disminuye, mientras el valor de los productos se incrementa. La realización del trabajo asoma en este sistema mundo de la economía política de capital privado como mutilación del pobre asalariado salvadoreño.

 Entonces, el objeto se sobrepone al trabajador salvadoreño como algo más poderoso que él. Esta es su enajenación. Entre más tome vida el producto creado en la planta de empaque de la fábrica Molsa, de la destilería o cigarrera, el obrero más se desposesiona, o sea, cuanto mayor sea el número de los objetos que produce menos los posee y más cae bajo el dominio del producto del capitalista. Esto indica que su trabajo es totalmente de otro,  es decir, dicho objeto producido por sus propias manos se presenta para José, para  Pedro o para la María (como queramos llamarle aquí al obrero) como una cosa que no es de su patrimonio y por tanto le es extraño. Por otro, entre más energía invierten estos en su obra más poderoso se vuelve el mundo de los productos ofertados en los supermercados de lujo de este país[3]. Es así que el pobre José Pedro o María (al ponerle nombre al obrero) pone su vida en el objeto (en el cuidado de la finca, del teléfono tigo, claro, movistar, digicel, tiendas de comida rápida y incluso la banca) y en esa dirección su vida no le pertenece ya, sino al producto que está vendiendo.
 Además, cuanto más grande es el producto ofertado, más pequeño es  el pobre de José, de Pedro o María. Cuanto más valor crea José, Pedro o María en el supermercado, más se desvaloriza, cuanto más refinado es el producto producido, más vulgar y desgraciado se vuelve José, Pedro y María; cuanto más inteligencia refleje la obra producida por estos, mas torpe se vuelve José, Pedro o María. En síntesis cuanto más produce el trabajador en este tipo de políticas económicas capitalistas, mas importante se vuelve el objeto producido, mientras que el trabajador se mutila (K. Marx; 1987: 38).
Es decir, el asalariado se transforma en esclavo del objeto, en primer, lugar porque lo carga como trabajo sobre sus hombros, en tanto recibe una tarea por realizar y, segundo,  porque a través de este proceso logra mantenerse con vida él y su grupo  familiar. De esta manera el producto que produce le permite existir, primero, como el que tiene que trabajar y segundo, como animal.
Esto es lo que esconde la desposesión de la naturaleza del trabajo en las políticas económicos capitalistas de esta nación, en tanto que no examina la relación directa entre el obrero que hace  el trabajo y la producción. La faena del obrero (José, Pedro, o María) permite, debido a que transfiere a otro algo propio, que en este país se de la continuación de acumulación de capital en pocas manos, pero a la vez que genere escasez para María, Pedro y José y por supuesto para su grupo familiar en general. En suma “La relación directa del trabajo con sus productos es la relación del trabajador con los objetos, la relación de los propietarios con los productos de producción y la producción es meramente el resultado de esta primera relación” (K. Marx: Los manuscritos de 1844, 1887:37- 38), que la legitima las políticas económicas de los capitales privados en este país.

b)     La enajenación del obrero salvadoreño en el proceso  de producción dentro de la actividad productiva

En segundo lugar la enajenación del objeto del trabajo del obrero salvadoreño simplemente produce la enajenación del proceso mismo de producción. Esto es que, el producto único y exclusivamente es el resultado de la actividad de la producción. Pero en todo caso ¿Qué representa la alienación del trabajo de los seres humanos en este país? Por un lado, que el trabajo es externo al obrero, no es parte de su naturaleza, sino extraño a él y debido a ello no llega a realizarse como ser humano, sino que experimenta un cierto malestar más que de bienestar, es decir, considera el trabajo como tortura o martirio, ya que no siente placer en lo que produce, ni tampoco disfruta de lo que produce. En ese sentido solo se siente a sus anchas cuando llegan las horas de ocio, cuando llega el descanso del fin de semana o de días festivos. Por tanto, no da rienda suelta a sus potencialidades físicas ni intelectuales, sino que se encuentra físicamente agotado y mentalmente embrutecido (K. Marx; 1987:38).  

      
Por tanto, en la fábrica se siente insatisfecho, debido a que el trabajo no es la mera decisión de su voluntad sino únicamente, la única opción con la que cuenta para satisfacer  necesidades vitales de él y, de su grupo familiar. La obra a la que el asalariado de este país se enajena, es vista por este como un martirio o una mortificación, demostrando con esto, que no es su propio trabajo, sino para otro, y que en el trabajo no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Dicho en otras palabras, lo que el filósofo alemán sostiene es que el obrero solo se siente activamente pleno en sus funciones animales como: beber, comer y aparearse. En ese sentido, sus funciones no superan las condiciones de animalidad. Es a sí que: “lo animal se vuelve humano y lo humano se vuelve animal”; dicho en un lenguaje más sencillo: el capitalista deja de ser animal para convertirse en ser humano y el obrero abandona su naturaleza humana para convertirse en un animal de trabajo. Esto es lo que precisamente la alienación de los obreros de El Salvador (K. Marx 1987; p.39).
Resumidamente, se han considerado hasta aquí la enajenación, a partir de las ideas del filosofo alemán, con la actividad humana práctica, o sea, el trabajo desde dos aristas: el primero vinculado a la relación del trabajo con el producto del trabajo como objeto separado del obrero, que lo somete y, el segundo, por la relación del trabajo como actividad de producción dentro del trabajo que lo martiriza. Esta es la relación del obrero con el producto creado por el obrero salvadoreño; su propia actividad como algo ajeno y que no le pertenece, la actividad vista y sentida como sufrimiento, la fuerza como debilidad, la creación  como castración[4]… Resta por tanto considerar la última forma de enajenación que en este texto se aborda.
c)       La enajenación obrero salvadoreño como ser genérico
El ser salvadoreño es un ser social que solo puede y debe vivir en sociedad, no solo porque constituye la célula principal de la sociedad salvadoreña, sino también, en el sentido de considerase  un ser universal y por ende en libertad. En este sentido el ser colectivo de este país no se diferencia de los animales. Al igual que los animales,  vive a partir de lo que le suministran las plantas, el mar, la naturaleza, etc., Pero el hombre y la mujer de El Salvador  debe de diferenciarse del animal desde el momento que realiza con su trabajo el objeto de su voluntad y de su conciencia, es decir, debe ser consciente de lo que decida hacer, producir, penar. Esa actividad consciente diferencia al ser humano de los animales… Solo debido a esta razón el ser salvadoreño puede considerarse un ser genérico. Solo a partir de esta reflexión puede ser un hombre libre.
La construcción práctica de un mundo objetivo, la manipulación de la naturaleza inorgánica, es la confirmación del  sujeto salvadoreño como ser genérico consiente. Verbigracia, como un ser que considera su propio ser como persona humana. Por su puesto que los animales también construyen nidos (…) (Marx; 1986:42); pero solo hacen lo necesario para ellos mismos y sus crías; por lo tanto producen en una sola dirección. Por el contrario el ser humano debe de producirse como ser universal,  a diferencia del hombre que reproduce toda la naturaleza, los productos de los animales pertenecen en especial a sus cuerpos físicos, mientras que el hombre es libre frente a lo que produce.
En todo caso, el hombre solo en su trabajo sobre el mundo objetivo se muestra realmente como ser genérico, esta es su producción en su vida activa como especie porque él no se reproduce solo intelectualmente, como en la conciencia, sino activamente y en un sentido real y contempla su propio reflejo en un mundo que él ha edificado. 
 Pero en realidad  todo lo que se ha dicho arriba,  es opuesto a la realidad que vive hoy en día el asalariado salvadoreño. Se puede afirmar  desde  la celosía de los textos de Marx, la mayoría de asalariados salvadoreños, sean estos estatales de las instituciones del estado, como de aquellos que trabajan en empresas privadas o sector informal, enajenan su vida como especie. Esto significa  que cada hombre, mujer o joven de este país está enajenado en relación con los otros seres humanos y que cada uno de los otros está a su vez enajenado en su propia existencia como ser humano, es decir, que todos los salvadoreños viven como individuos aislados o solitarios en tanto que se enajena para otro, se someten al dominio de otro, de su coerción, del yugo de otro.
en fin, los tres tipos de enajenación que sufren los trabajadores de este país,  convierte a todos los  asalariados salvadoreños en una mercancía más, dentro de todo el paquete de mercancías, propiedad de los banqueros, terratenientes e incluso los narcotraficantes de este país. Por tanto, la enajenación del obrero respecto al producto indica que este objeto producido es ajeno a él. En segundo lugar, lo es también es su mismo proceso de producción y por último en su condición como ser humano genérico, en tanto que se separa como ser individual de sus demás congéneres.  Y
La pregunta con la se puede cerrar este pequeño esbozo es ¿Cómo pueden cambiarse dichas políticas que enajenan la productividad de todo un colectivo en beneficio de unos pocos? ¿Podría el ser colectivo salvadoreño sacudirse el yugo del opresor y a sí poseer lo que produce para si mismo, en tanto disfruta ese momento del quehacer de su objeto producido y en tanto se convierta en todo un ser genérico consciente de su propia existencia? o ¿Urge la necesidad de romper con este sistema mundo para instaurar aquel que sea equitativo para todos? Esto indica que este tema no que cerrado…


Bibliografía:
·         Karl Marx (1987): Los manuscritos de 1844 y tesis sobre Feuerbach. San Salvador,  
      El Salvador. UCA Editores.
Karl Marx (2002): EL capital Vol. I Mercancía y dinero. Biblioteca de autores
      Socialistas. http://www.usm.es/info/bas/es/marx-eng/capital consultado el
      7 de junio del 2014.



[1] Se entiende por medios de producción a los instrumentos materiales que intervienen en el trabajo: materias primas, grandes extensiones de territorios, maquinaria, las herramientas, fabricas talleres, pantas geotérmicas de electricidad, por mencionar unos pocos. 
[2] Alienato mantuvo un significado jurídico y médico. En el sentido jurídico  en la antigüedad significó transferencia de propiedad. En el sentido médico, enfermedad mental o desvanecimiento. Otros significados fueron: deserción, pérdida de la amistad. En Marx Alienación o enajenación significa desposesión, hacerse otro o extraño. También transferir a otro algo propio de modo que por virtud de esta transferencia, lo que es propiedad o producto de uno es apropiado por otro, que a sí disfruta de dicho producto. Vocabulario filosófico (sf). http//:www.cossio/contenidos/ principales. P3.
[3] Entres esos mercados que distribuyen cada uno de esos productos que se sobreponen al empleado, podemos mencionar las casi 105 tiendas se súper selectos, las despenas familiares, la despensa de Don Juan, solo por mencionar unos de todos los que coexisten en la realidad.
[4] Citado en los manuscritos de K. Marx de 1844. Pp. 38-41.